Cuando Sonia me llamó, me pareció un plan muy morboso. Había quedado con un chico a través de un chat de sexo. No se habían dado mucha información ni se habían visto a penas, sólo se habían citado directamente en su casa y a ella le daba reparo ir sola, por eso me pidió que le acompañara.
Entraríamos en su piso y nos invitaría a una copa para romper el hielo. Sonia iba preparada para todo, el chico era muy morboso y cabía la posibilidad de que se acostaran, todo dependería de como fuese esa primera impresión. A mí me preocupaba algo el hecho de qué hacer mientras ellos follaban, me daba miedo de sentirme incómoda, cómo que estorbo, pero Sonia me dijo que no habría problema en bajarme a esperarla a una cafetería o volver a casa.
Nada más llegar a su portal me invadieron los nervios, ¿pero por qué me resultaba todo aquello tan morboso? Juan nos abrió la puerta y realmente era como Sonia lo había descrito. Atractivo, simpático y muy morboso. Nos hizo pasar al salón y amablemente nos invitó a una copa mientras charlabamos, cómo no, de temas algo picantes. Me sorprendía de que me prestara tanta atención como a Sonia, ya que él sabía que sólo iría a acompañar. No paraba de repetir el morbo que le daría hacer un trío con dos chicas tan morbosas.
Un par de copas más tarde, Juan, se lanzó a besar a Sonia, la verdad es que en vez de hacerme sentir incómoda, me excitó situación. Sonia me llamó para que me acercara y me acarició mientras se besaban, le cogió la mano a Juan y la metió debajo de mi falda. Yo estaba cachondísima y algo mareada por el alcohol; lo siguiente que recuerdo es estar los tres desnudos en el sofá, yo haciéndole una mamada mientras él le comía el coño a Sonia. Fue supermorboso ver a Sonia botar sobre el chico mientras yo besaba a ambos y sentir su polla dentro de mí al tiempo que mi amiga me estimulaba el clítoris.
El tiempo pasó volando y después de probar todas las posturas posibles, Juan se corrió encima de nuestras caras que colgaban por fuera del sofá. Fui a limpiarme mientras ellos dos hablaban en el salón. Sólo se oían murmullos y risas, y en cuanto me vieron aparecer se callaron. Me dejó un poco mosqueada que ambos ya se hubieran vestido y Sonia me metió un poco de prisa para que lo hiciera yo, diciendo que se hacía tarde.
En menos de 3 minutos, estábamos en ella calle de camino a mi casa cuando Sonia se paró, abrió el bolso y me dijo:
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Toma Mae, esta es tu parte – dándome 200 euros.
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¿Cómo?¿Pero de qué estás hablando? ¿Qué parte?
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Jajajaja, aisss, así sin darte cuenta acabas de ser puta… ¿A qué no te lo esperabas? Jajajaja.
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¿Puta? Jajajaja, no me digas que has hecho todo esto a cambio de dinero…
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No, también lo he hecho para ver tu cara y saber que sientes siendo puta por un día, jajajaja. Anda, vámonos de compras, puta.
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Jajajaja, estás loca, pero me encantas.