Ania Kinski se viste con calma: liguero, medias, lencería y tacones negros perfectamente coordinados con su oscura melena y su maquillaje. Una vez vestida baja las escaleras y reclama a su esclavo con tres decididos golpes de nudillo en la puerta. Pablo Ferrari sale a medio vestir, así que ella le agarra la corbata y se la pone en los ojos a modo de venda. Sin prisa comenzará a disfrutar de la polla de su sumiso, aunque la intensidad irá creciendo y explotará pronto dando lugar a esta fantástica escena de sexo fetichista con toques de FemDom.

 

El esclavo de mamá
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