Cuando conocí a Raúl me pareció un chico muy morboso y abierto a nuevas experiencias. La verdad es que no me equivocaba. Según nos íbamos conociendo, me iba sorprendiendo. Nuestros temas sexuales eran frecuentes y no nos cortábamos a la hora de hablar de fantasías.

   Él estaba un poco obsesionado con el tema de la dominación, se ponía a mil solo de imaginarse siendo dominado por una mujer. La verdad es que a mí eso de adquirir el rol de Ama me encanta y me acordé de que a Sonia también le rondaba algo así por la cabeza. Raúl fantaseaba con ser engañado por dos mujeres, conducido a su casa y allí, ser atado y dominado hasta la extenuación.

   Mi mente ya daba vueltas en torno a la idea y se lo comenté a Sonia. Se puso cachonda al imaginarse vestida de cuero azotando las nalgas de mi amigo y no dudó en ofrecerse voluntaria. Ese mismo día llamé a mi amigo y le propuse ir al cine con una amiga, lo que no se esperaba es que cuando fuésemos a buscarle a casa, no le dejásemos salir.

  Íbamos enfundadas en ropa de cuero, con botas altas y equipadas con látigos, esposas y cuerdas de nailon. Cuando nos vio aparecer casi le da un infarto. Noté como su bragueta se abultaba y se quedaba sin respiración. Inmediatamente le empujamos hasta la habitación, dónde le hice saber que esa tarde mandaríamos nosotras y él debía obedecer. Con un rotundo “sí, Amas” agachó la cabeza sumiso y se dejó desnudar por nosotras.

   Una vez desnudo, le pusimos las esposas agarrando sus manos detrás de su espalda y atamos sus tobillos entre sí. Únicamente llevaba puesto un calzoncillo color azul y temblaba presa de los nervios y la excitación. Obligándole a ponerse de rodillas, nuestros látigos golpeaban su espalda y sus nalgas mientras le mandábamos callar. Nos sorprendía que su polla estuviera cada vez más dura y comenzamos a abusar de él. Sonia bajó el calzoncillo hasta las rodillas y agachada, comenzó a pajear su polla  mientras yo les rodeaba caminado y repartía latigazos y azotes en su culo ya desnudo.

   Raúl gemía excitado mientras pedía que parásemos o se iba a correr. Sonia seguía agitándo su polla arriba y abajo cada vez más rápido, en ese momento decidí agacharme también y dejar que mi saliva empapase su glande. Mi mano se unió a la de Sonia y juntas, lubricando su polla la meneamos mientras golpeábamos sus nalgas. Cada vez más nervioso, gritaba con cara de gusto y dolor como conteniendo sus deseos de correrse. Mi amiga y yo nos miramos y asintiéndonos con la cabeza, Sonia le ordenó que nos regara con su leche. Abrimos nuestros escotes y colocamos nuestras tetas debajo de su polla. Acelerando el ritmo de nuestras manos comenzamos a ver su polla chorrear al mismo tiempo que Raúl gritaba.

   Nuestras tetas quedaron cubiertas de leche, y tras limpiarnos con su ropa, recogimos nuestras cosas sin mediar palabra y salimos de su casa. Allí dejamos a Raúl, corrido, excitado, cansado y atado desnudo.

                                                    Fin.

Fantasía de dominación (Relato erótico )
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